Pasaron como automóviles por la autopista los discursos acontecidos en aulas, asimismo la “yapa” de una noche con muchas interrogantes después de la presentación de candidatos. Ella llegó a su casa pensando en descansar, en cerrar los ojos. Dormía pero su conciencia estaba despierta. La verdad encontrada por ella y la ceguedad impuesta por sí misma hicieron que la duda se sembrara; no durmió después de todo, para lástima suya parecía que su sueño hubiese sido fugaz. Los rayos del sol entraban por entre su cortina acompasados por el despertador del celular, así inevitablemente recordó la llegada de aquel día odiado por ella y esperado por muchos. Partió para la universidad a su tan ansiada carrera de turismo.
Al llegar oyó por ahí balbucear a estudiantes que se referían a gente traída de la sede universitaria de Copacabana para la votación, un número de más o menos 40 a 50 personas, escuchaba las aseveraciones lastimeras que decían -¿Cómo pueden usar así a la gente, traerlos después de haber hecho candidatura por parte de un solo frente? Eso solo es usarlos para obtener un cargo de poder, mmmhhh, lo que hace la desesperación por ganar.
Así es el país, el mundo, una lástima, pensó. No tuvo tiempo para pensar más detenidamente el caso pues tenía que pasar clases, las obligaciones eran primero. Mientras tanto acontecía toda una fiesta democrática, fiesta para partir y compartir. Partir el apoyo hacía uno de los frentes y compartir algunas bebidas espirituosas en caso de la victoria.
Terminaron sus clases cuando la duda electoral en ella estaba muy latente, estaba en su cabeza y su cuerpo esa sensación, debía decidir. Había pues (o al menos eso parecía) quienes en serio deseaban un cambio para la carrera y había quienes se aferraban al poder. Pero su simpatía hacia uno de los candidatos acompañada por la “confianza” que le brindaba hacían difícil el tomar una decisión.
Así, buscaba retrasar dicha decisión. Sin embargo se fue el día. Mientras el suelo estaba cubierto de propuestas la hora del cierre de ánforas estaba cada vez más cerca. A ella acompañada por sus amigas no le quedo más que sacar su documento de identificación. Los delegados de mesa, uno de chalina naranja y otro de chalina azul y amarillo la miraban con recelo. Revisaron si estaba registrado su nombre en listas, una vez habilitada pasó a votar. Agarro la papeleta y su corazón comenzó a latir, a bombear, se le hacía difícil pensar, respirar, le subió la presión habitual de su cuerpo; mientras sus amigas con el color de chalina azul y amarillo la esperaban afuera.
Después de todo si, existía presión, una presión que se hacía innegable en su cuerpo. Había quién le había prometido todo su apoyo si recibía su voto y ganaba, paralelamente también quién no le había pedido nada a cambio más que su propia decisión. Antes del sufragio la decisión no había sido hecha por ella, había sido producto de una presión. Esta vez ella tenía el poder, podía decidir, y decidió, si, decidió por si misma, motivo por demás para sentirse satisfecha una vez termino el acto de sufragio al depositar su voto y firmar las listas. La reflexión se había apoderado de ella y la hizo libre.
Caminó acompañada por sus amigas, la alegría le invadía el rostro al mismo tiempo que ellas le preguntaban por quién había botado. Ella solo se limitó a responder: -He votado por la mejor opción, he votado por lo que yo creo que es mejor para la carrera. –¡Ya!, pero dinos, dinos, dinos (solicitaban clamorosamente con cierto toque infantil sus amigas). –El voto es secreto y no voy a decirles nada.
Ella estaba alegre, hizo lo que creía, tomo las decisiones por si misma, la duda electoral había terminado. Evidentemente el frente por el que ella había votado había ganado, la maldita duda electoral había terminado. Se gritaba a todo pulmón el nombre del candidato del frente ganador. Un nuevo tiempo había llegado, habría cambio, un cambio. Un cambio que comenzaría después de haber partido el voto y compartir unas cuantas bebidas espirituosas.
De repente la reflexión hizo girar abruptamente su estado de ánimo. -Pero ¿Qué cambio?, un cambio serio, o ¿un cambio de pollera?
La duda electoral había terminado pero había comenzado una duda mayor aún, ¿lo prometido se iría a cumplir?, ¿en serio no habría represalias?, ¿en serio la carrera de turismo llegaría a ser la mejor entre todas sus pares? Nació la duda respecto a si lo prometido no llegaría a ser pura ficción, si en serio no existirían roscas. – ¿No será que me he equivocado?
Llegó así la duda del error, la duda de la equivocación, una nueva duda había nacido.
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Publicado por Alexis Argüello Sandoval

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