El pasado uno de noviembre, tuve el grato placer se asistir al preste de la carrera de literatura de la UMSA, esto debido a la invitación que me hizo una amiga en la Contraferia del Libro. Conocí al Tata Renecito, fruto de la imaginación y el reconocimiento de Adolfo Cárdenas a René Bascopé.
Una cosa llevó a la otra, así, ni bien terminada la recepción nos fuimos a la vivienda de uno de los asistentes. La jarana continuó rimbombante, so pretexto de homenajear al Tata Renecito. En tal escenario reencontré, en plena tertulia, a una amiga junto a otra amiga.
No tengo certeza de haberme portado coqueto o pesado con alguna de ellas. Pero ni bien salidos los primeros rayos del día, termine yéndome de dicha morada muy bien acompañado. Cada una se sostenía de uno de mis dos brazos, ¿o era yo quién se sostenía?
De ellas nunca fui algo más que un amigo, pero la parecer una no lo entendió así. Repentinamente, ¡zas!, "garras stronguistas" cayeron sobre mi rostro. Risas de por medio preferí hacer el despiste. Caminando, llegué a la Pérez, ingresé a un mingitorio para lavarme el rostro, luego caldito de pollo "para curar las heridas".
Una situación como esta merece al menos le dedique unos versos a la susodicha.
PRÓCER
Soy un mártir de las apariencias,
un prócer que acogió a tus uñas pesadas.
No diste lugar a mis explicaciones.
¿Que te parece si hacemos una apuesta?
A que mis heridas sanan antes que las tuyas.
Una cosa llevó a la otra, así, ni bien terminada la recepción nos fuimos a la vivienda de uno de los asistentes. La jarana continuó rimbombante, so pretexto de homenajear al Tata Renecito. En tal escenario reencontré, en plena tertulia, a una amiga junto a otra amiga.
No tengo certeza de haberme portado coqueto o pesado con alguna de ellas. Pero ni bien salidos los primeros rayos del día, termine yéndome de dicha morada muy bien acompañado. Cada una se sostenía de uno de mis dos brazos, ¿o era yo quién se sostenía?
De ellas nunca fui algo más que un amigo, pero la parecer una no lo entendió así. Repentinamente, ¡zas!, "garras stronguistas" cayeron sobre mi rostro. Risas de por medio preferí hacer el despiste. Caminando, llegué a la Pérez, ingresé a un mingitorio para lavarme el rostro, luego caldito de pollo "para curar las heridas".
Una situación como esta merece al menos le dedique unos versos a la susodicha.
PRÓCER
Soy un mártir de las apariencias,
un prócer que acogió a tus uñas pesadas.
No diste lugar a mis explicaciones.
¿Que te parece si hacemos una apuesta?
A que mis heridas sanan antes que las tuyas.
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