
A mitad del siglo XX, según Tom Wolfe, los nuevos ricos buscaban nuevas formas de expresión cultural para comunicarse entre ellos, finalmente, al verse incapaces de crear un lenguaje propio, rescataron algunas expresiones populares y las «convirtieron» en expresiones artísticas, en expresiones que se consolidaron gracias a toda una generación que se apropió de ellas. Aquel entonces, las bandas underground eran «buscadas y rescatadas» por las discográficas; no como en el presente, las discográficas ya sólo se molestan en la producción de enlatados comerciales. Eran tiempos en que la música pop y rock no estaba tan venida a menos. Lastimosamente hoy, más de un critico musical asegura que «el rock ha muerto».
La movida musical y artística de Europa y Estdos Unidos, respondía con algo más que la asistencia a conciertos, las grabaciones en estudio, o el escuchar la discografía completa de una banda. Se celebraban conciertos que respondían a consignas y que duraban semanas. Entre todas aquellas presentaciones, repentinamente emergió, de entre todas las fans —quién sabe si uno de los tantos síntomas de la decadencia del rock como forma de expresión—, una figura, la Groupie: la adolescente que se relaciona con integrantes de bandas musicales de rock o pop, ello para ganar un prestigio acorde al prestigio del músico con el que establecía una relación entre lo sexual y lo afectivo maternal.
De lo dicho líneas arriba, yo prácticamente no sabía nada, eso, hasta que a mediados del 2011 compré un libro al que le faltaban páginas, Los profetas del «Underground» (Groupie) de Jenny Fabian y Johnny Byrne, libro que volví a adquirir en marzo de 2012 a Jaime Nisttahuz, eso sí, al libro esta vez no le faltaban páginas. Su lectura y relectura valió la pena. ¿Por qué tal cosa? Por el hecho de que me llevó a repensar en el porque de la proliferación de la «Generación Ni-Ni» —a finales del siglo XX y principios del siglo XXI—, más conocida como: «la generación sin esperanzas».
—Me estás mintiendo. ¿Por qué las chicas no admiten la verdad? Tú deseas hacer cosas que ordinariamente no haces con los chicos amigos. Tú necesitas que te despojen de la ropa, y te golpeen en la cara. Tú deseas que yo te arranque tus sentimientos, porque los sentimientos son un fastidio. Y son un fastidio porque interfieren en las sensaciones, ya que en el interior de las chicas todo es sensación. Por tanto, ¿por qué no eres honrada y lo admites?
Wank estaba ya descompuesto; le temblaba todo el cuerpo, y se iba acercando más a mí. «Está loco», pensé.
—Fuera de aquí —exclamé.
Me dirigió una mirada siniestra.
—Yo podría tenerte. Podría hacer contigo lo que quiera porque a nadie le preocupa, ni a Joe, ni a los otros, ni siquiera a ti misma.
—Veremos lo que dice Joe a esto, cuando regrese —repliqué tratando de ser fría.
—De todos modos —dijo en tono decidido—, realmente no me interesas. Me resulta «groovy» hablar de ello, y observar tus reacciones.
Groupie es una novela que, sin moralejas o puratinismos, nos describe el escenario menos amable de la generación de los ideales, la de los 60 y 70; tiempos de drogas, sexo, ego, cálculo, apariencias, lucha de intereses y de desengaño tras desengaño. El argumento es el siguiente: Katie, una joven independiente de 19 años busca ingresar a la escena, aspira ser la groupie más groovy de Londres, para ello no escatimará acciones; pero sus «conquistas» la llevarán replantear sus objetivos y —entre otras cosas— a conocer y establecer una relación sentimental complementaria con un psicópata llamado Grant.
—Tienes razón. Por supuesto yo amo a mi patria; lo que pasa es que ya no creo que sea mi patria. Y no soy sólo yo el que piensa así, sino tanto las personas hippies como las personas más rectas. Son los negros, los judíos, los protestantes y los católicos. Son los padres y los hijos. Somos nosotros y ellos. Son todas esas personas que creen que América ya no les pertenece. Hemos olvidado la forma de vivir, ¿comprendes?, y ninguno de nosotros sabe qué pensar. Es el seguir al jefe y no exteriorizar la individualidad. Han sido rasgadas las entrañas de mi país, y cuando yo sea demasiado viejo para preocuparme más estaremos viviendo en una concha cerrada física y moralmente. Por eso me dejo crecer el peo y toco mi música particular. Pero no toco justamente por el dinero y el poder. Los auténticos auditorios hippies en los Estados Unidos nos aprecian, pero eso no es bastante, porque se trata justamente de convertir al convertido, y nosotros salimos dispuestos a convertir a alguien. No predicamos, más bien somos el espejo que recoge todo el odio que nos rodea, y lo aumenta y lo refleja aún más cargado. La gente con mando no nos entiende, están resentidos contra nosotros, y esto les hace violentos y tratan de echarnos las manos encima. Tan sólo estamos a salvo tocando a los «groovers» o en la televisión, aunque no todos los canales de televisión se ocupan de nosotros, porque eso les supondría la pérdida de todos sus patrocinadores.
Decir que la novela vale por su estilo o por el manejo de tiempos no sería groovy de mi parte, sería engañarle querido lector; el texto vale más por las descripciones psicológicas de los personajes, por la generación de imágenes cinematográficas, por su crueldad, porque nos lleva a ver que hay detrás del backstage, por diálogos puntuales que destacan, pero además, por nombrar muy, muy de pasada a The Beatles, Rolling Stones, Jimi Hendrix, Bob Dylan y Jim Morrison —entre otros.
Recomendaría la lectura de este libro, incluso más que mirar Almost Famous. Ahora que si usted insiste en que no tengo la autoridad suficiente para hacerle recomendaciones, sepa que el domingo 18 de junio de 2006, Groupie, fue incluida en la lista The 50 greatest music books ever del periódico The Observer. ¿Y ahora? Ahora la calificación: Tres eÑes sobre cinco.
tienes el libro para vender? alquilar? permutar?? o prestarme? jajaja
ResponderEliminarme gusta y es lo mismo que te decía el otro día, que el rock esta muerto como género redituable y comercial, seguro que algún día tendrá su auge porque en la música todo es cíclico y lo que no suena después de mucho en un rato se convierte en el boom de moda....
también me agrada esto de las generaciones NiNi que leí hace rato y bueno estamos en esa generación nuevamente y también llenos de artistar NiNi que ni cantan bien ni bailan (u otro adjetivo) mejor...
genial