Pisada
trás pisada.
Débil
eco
audible
apenas.
Su
sonido en plenitud
es
atributo
de
la otra orilla…
Aun
la mirada
rescata
corales
de
los mares,
mas,
la pisada
ya
retumba en las rocas
de
la distante orilla.
La
humanidad
indiferente,
ciega,
sorda,
solo
escucha el eco
de
su pisada,
que
es suyo, apenas
en
fugaces relámpagos;
no
su sonido
rotundo,
inevitable
que,
en cúspide o en sima,
le
aguarda en la otra orilla
definitivamente…
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