(11 DE ENERO DE 2014)
Con el tiempo he llegado a creer que mis mejores clientes son las lectoras que vienen acompañadas del amigo o conocido que pretende cortejarlas. Ellas dicen cosas como: "Cuánto quisiera leer ese libro...", "Este es uno de mis autores favoritos", "Presté ese libro, pero no lo volví a ver", "Mira, allá está el libro que no me quieres prestar". Pero cuando el acompañante se ofrece a regalarles un ejemplar, ellas, por lo general, rechazan el ofrecimiento.
La cosa no termina allí.
Pasado un tiempo el susodicho regresa. A veces recuerda el título del libro o siquiera el nombre del autor; por lo general ni eso. Después de regatear un poco, termina llevándose el libro, pero es obvio el destino del mismo, es obvio en qué estante terminará.
Así es. Es así. Ellos compran el libro, ellas son las que lo leen. Mi mejor cliente es ella. Él, es sólo un comprador.

(13 DE ENERO DE 2014)
Acabo de recibir una llamada al teléfono móvil. Del otro lado estaba una voz femenina. Una vez finalizado el intercambio de palabras apunto el encargo que me hicieron, me encomendaron la búsqueda de La soledad del corredor de fondo de Alan Sillitoe. Sumo el título a la lista interminable de pedid... ¡Yo no sé por qué carajos andarán diciendo que soy el único capaz de encontrar los libros que llevan tiempo buscando! Ni siquiera importo libros, ni siquiera he tenido la oportunidad de recorrer las librerías argentinas de las que tanto hablan mis conocidos. No sé, no sé, ¿será porque al menos hago el intento?

(22 DE FEBRERO DE 2014)
—¡Mamá! Quiero que me compres ese diccionario— refiriéndose a un diccionario multilingüe.
—¿Qué piensas leer allí? Sólo está lleno de significados de palabras sin significado.
—Quiero leer todas, todas las palabras

(26 DE FEBRERO DE 2014)
 Un viejo cliente peruano se acerca para hacerme su primera visita, la primera entre tres o cuatro que hace al año. Lleva el brazo enyesado y viene acompañado por su lazarillo.
—¿Qué dice aquí? Esta vez vine sin lentes— dice el cliente.
—La filosofía en el siglo XIX —responde el Lazarillo.
—¿Sabes? Este puesto es el que tiene pocas cosas interesantes por aquí, pero los libros son caros... Sostén ésto —pasándole otro libro que tomó del estante.
—¿En cuánto está Kant, Hegel y Dilthey de Ortega y Gasset —pregunta.
—Bs. 130 —respondo yo.
—Caro, ¿no te dije? ¿Sabes? ¡Eh! —dirigiéndose a mí—, te pagaría lo que pidieses si me consiguieses algo de Scheller, por ejemplo.
—Páseme su lista y su email y veré qué puedo hacer —le respondo.
—Apunta —dice, mientras me facilita el dato.
—Listo. En adelante le llegará mi catálogo la primera semana de cada mes. Llegado el primero me responde y me pasa su lista.
—Recibo muchos catálogos de excelentes librerías de viejo de Argentina y Perú. En Córdoba me consiguieron alguno de los libros que ando buscando, pero últimamente no he estado por allí. No necesito tu catálogo. De toda formas házmelo llegar. Llegado a Lima te envío mi lista.
—Bien.
—Vamos —le ordena a su Lazarillo (es fácil notar que lo hace desde hace sin cuenta años) y se van.

(1 DE ABRIL DE 2014)
Le pedí una segunda oportunidad. Me la dio. Le falle.
—Lo siento, su firma no coincide con la de su carnet de identidad —dijo la responsable de apertura de cuenta del BNB—. Sugiero que practique y vuelva mañana.
—Sepa disculparme, no acostumbro dar autógrafos. Ya ve, la falta de práctica. No soy escritor, sólo soy un librero —dije yo (miento, esto último no sucedió).
Tomé de la mesa mi ejemplar de "El pájaro pintado" de Jerzy Kosinski. Me fui agradeciéndole de todas formas.
¿Debía invitarla a salir o, al menos, pedirle su número de teléfono? No, definitivamente no. Con un rechazo me basta.

(5 DE ABRIL DE 2014)
Lindo texto de despedida el de Escaparate Cultural. Entre libreros, los de verdad, no puede uno alegrarse por el cierre de un qhatu; otro más. Entre libreros somos cómplices y envidiamos, la mayor de las veces, los títulos que forman parte del estante que no es nuestro. Vayan a Escaparate Cultural, llévense un libro. Vayan, así sólo sea por morbo. Vayan. Yo no sé qué hacen perdiendo el tiempo mientras leen ésto. Lo ya dicho por Werner Guttentag: "No leer lo que Bolivia produce, es ignorar lo que Bolivia es".

(16 DE ABRIL DE 2014)
Una señora bastante mayor a la que atendí no me bajaba de "señorita" mientras preguntaba por tal o cual título (buscaba libros de Louise Hay). No pude retener la sonrisa y un "Hasta luego. Prometo desmaquillarme mejor la próxima vez" cuando se fue.

(22 DE ABRIL DE 2014)
Hay gente que bromeando me dice: "Volveré en dos años. Guárdeme ese libro". Y cómplice de tan gracioso conjunto de palabras, sonriendo, yo le digo que "Sí", que "Está bien", que "Es uno de los tantos libros que se quedan esperando"; mas vuelvo a llenar el espacio vacío del que salió. Tiempo después, llega el día, pero no esa persona, o lo hace y se van (porque los objetos esperan como las personas: lo estrictamente necesario).

(12 DE MAYO DE 2014)
Para mí está claro, no hay superficie que no albergue una historia. Hoy, por ejemplo, mientras sostengo sobre mis piernas a Centenario: Tradición de cinco generaciones de Jorge E. Lonsdale y Manfredo Kempff Suárez, me entero: La Casa Rosada (sobre la Nicolás Acosta) antes de ser tal fue la fábrica de Soda Water (que en 1943 compró la franquicia Coca-Cola) para luego llamarse Vascal y finalmente... ¿Qué queda? Retomo lectura y retorno al pasaje Marina Nuñez del Prado que está localizado sobre el río Choqueyapu... río que sigue su curso y seguirá su curso cuando esté librero y sus libros ya no estén.

(25 DE JUNIO DE 2014)
Comunicar que hago trueques de libros me ha traído alegrías y pesares. Alegrías: porque a veces ambos, cliente y yo, hacemos la transacción creyendo que hemos salido ganando; pobres ilusos. Pesares: porque hay quien trae libros que no quiero leer, libros que no se venden; pretenden tomarme por tonto mientras yo trato de hacerles lo mismo.
¿Es que acaso en un trueque puede haber empates?
Alguien saldrá perdiendo. No lo digo por los clientes que me han traído tres o cuatro libros para llevarse uno. No hablo de cantidad porque hay quienes llevan tiempo buscando un título en específico para completar su colección compuesta por miles de libros de distintas editoriales; por cientos que sólo pertenecen a una editorial; por decenas de libros o por apenas cuatro títulos.
Por ello hay quienes vuelven y mejoran su oferta mientras otros desisten.
Vuelve el señor que (todavía) desea llevarse los dos tomos, publicados por editorial Aguilar, de Obras Escogidas de William Faulkner. Saluda y mejora su oferta anterior para luego retractarse. Ayer ofreció las obras completas de Agatha Christie, luego las de Georges Simenon y las de Hermann Hesse; un rechazo tras otro. Hoy vuelve y trae las Obras Completas de Cervantes, Shakespeare y, finalmente, las de Tolstoi... Y si no le digo de forma entusiasta "Puede ser. Tolstoi sí, puede ser.", él no me dirá un "Déjeme pensarlo un poco más, ya que tengo su correo le haré llegar otras ofertas."
Heme aquí esperando. 

1 comentario:

  1. Son muy buenas historias! Dignas de un escritor elocuente con lo que hace y dice, de un escritor que cada día aprende algo nuevo y se nutre con cada experiencia. Que es capaz de ir creciendo poco a poco hasta llegar a los altares más altos de la crítica literaria y constructiva...
    Me da mucha alegría saber que esa persona que conocí hace años, está creciendo y haciendo cosas importantes.
    Lo más importante! que es una persona valorable y muy sencilla, capaz escuchar quien no puede hablar, y de oír a quien no dice nada.
    GRACIAS ALEXIS POR SER UN GRAN AMIGO!

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