(5 DE NOVIEMBRE DE 2014)

Yo: Dalo, pregunta.
Ella: No hay pregunta inocente.
Yo: Mejor pecar de ignorante una vez que toda la vida.
Ella: ¿Tienes cambio de doscientos?
Yo: En monedas de a cinco.
Ella: Déjame ver, creo que tengo sueltos.
Yo: Mirá que luego has de necesitar monedas.
Ella: Para decidir si vuelvo y te llevo otro libro más... Aquí tienes.
Yo: Gracias.
Ella: A vos, por quedarte con las monedas.
Yo: Si no te gusta el libro puedes traerlo y vemos por qué otro te lo cambio.
Ella: No hay necesidad. Si no me gusta no vuelvo y lo regalo.

(12 DE NOVIEMBRE DE 2014)
Nadya, amiga limeña, pregunta, como antropóloga que trabaja en temas de investigación de mercado, dónde buscar trabajo en Bolivia. Me pone por ejemplo Bumeran.com. Me pone en aprietos. Yo no sé que decirle. La última vez que trabajé para alguien más, la, quizá, última vez que trabajé como "profesional en turismo", lo hice por invitación. Se me ocurre sugerirle sicoes.gob.bo, pero temo que se ría en mi cara, no hoy, quizá mañana. Entonces escribo esto, más que una confesión un llamado de auxilio... Tengo en manos Origen de las profesiones de Spencer. No me es de ayuda.

(19 DE NOVIEMBRE DE 2014)
Hace más o menos un mes, Fernando Barrientos me comentó que había liquidación en DISMO (revistería de la calle Comercio; en su momento librería). Ayer, Oscar Martínez subió un par de fotos al respecto. Hoy fui, restregué y encontré un par de títulos que llamaron mi atención: Las ciencias ocultas de Estela Canto, Silvina Ocampo y Ernesto Sabato entre otros, La guerra de los mundos de H.G. Wells, Nunquam de Lawrence Durrell, El primitivo de Chester Himes y... y... no hallando más que Bs 30 en mis bolsillos, apenas para un libro, me llevé el libro de Chester Himes.
Pregunté hasta cuándo duraría la liquidación.
—Hasta el sábado, posiblemente. Ojalá. Estamos tratando de quedarnos lo más que podemos.
—Gracias. Trataré de volver antes, entonces.
No sé si vuelva, pero sugiero que vayan. No sé si notaron que en abril cerró Escaparate Cultural, pero sugiero que vayan. No sé si recuerden que en DISMO, hace cuatro o cinco años, hallé títulos de la Biblioteca de la Literatura Universal del periódico el Clarín, pero vayan. Vayan, restrieguen y encuentren dos, tres libros, quizá.

(20 DE NOVIEMBRE DE 2014)
Noto con tristeza que, llegado el momento, todo se estanca. Los libreros terminan exponiendo lo mismo en sus escaparates; títulos demasiado parecidos a los de la "competencia". Los escritores se copian a sí mismos, repiten la fórmula a la que mal llaman estilo. Los editores tiemblan a la hora de ampliar su catálogo, prefieren, la mayor de las veces, no apostar por un desconocido. Los cafés culturales cierran si no se expenden bebidas alcohólicas, cierran o funcionan, jueves, viernes o sábado; misma playlist. Pocos se saben, desde sus limitaciones, gestores culturales. Se cierran, se sierran. Y yo abro a la hora que quiero, porque a veces prefiero leer en casa, prefiero visitar librerías, saludar y hasta llevarme algo muy de vez en cuando. Y prefiriendo no comparar mi situación con la de otros, lo hago, me comparo. Esculco mis bolsillos, tomo lo poco o mucho ganado y dejo de leer. Y deseo tiempos mejores. No sólo para mí, porque, siendo algo afortunado, no me puedo saber alegre cuando estoy solo.

(26 DE NOVIEMBRE DE 2014)
Entrando al cajero automático, no hoy, sino hace dos o tres años, encontré un libro sobre la papelera empotrada en la cabina. Revisé su interior para ver si el dueño había escrito algún nombre. No hallé billetes o flores secas ni retazos de tela ni subrayados; apenas algún doblez, algún ajado. La impresión era mala, una página se soltó. Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. La impresión era mala, era mala, y el pegado peor. Y me dije que sí, que el libro no entraba en la papelera de boca pequeña, que yo no iba llevármelo para meterlo en un basurero de boca más ancha y me fui, dejándolo. Más tarde volví, llevando conmigo esta vez la tarjeta de débito. ¿Y el libro? Ya no estaba. Le pedí una segunda oportunidad. Me la dio. Le falle.

(5 DE ENERO DE 2015)
Me llama la atención la forma en que se acercan las personas que por vez primera pasan por acá. Se detienen, ven o no la pizarra que sugiere títulos, dan dos pasos, casi saltando, como palomas. Dirigen un ojo a la mesita de saldos. Retoman camino (apenas ya veo un fragmento de sus nucas y espaldas). Giran. Regresan. Bajo la vista, ellos la levantan. Dan otro paso, acercan el torso. Escudriñan la mesita de saldos. Ululan, no gruñen. Apuntan en alguna dirección, pero apenas noto que baten las alas. Me pongo de pie. Retroceden. Se van, las más de las veces caminando. Y yo me quedo, dubitando, con lo que queda de mí, sintiéndome grano de maíz, miguita de pan.

(17 DE ENERO DE 2015)
Los lectores de un sólo autor son, quizá, más pesados y perseverantes que los m̶o̶r̶m̶o̶n̶e̶s̶ vendedores puerta a puerta. Acabo de librarme de uno. Me preguntó si leí El Alquimista u otro libro de Coelho, para luego pedirme que le recomiende algo. Lo intenté sin éxito. Lo malo de algunos escritores es que quieren que leas sus libros y los de nadie más, no te invitan a leer otros autores, le dije. No me convencen, me dijo devolviéndome los libros. Se fue, lo mismo que el sonido de sus tacones. Algo me dice que no volverá.

(27 DE FEBRERO DE 2015)
Contados son los clientes que vienen con sus libros y los traen para trocarlos. El trueque es una modalidad a la que estoy abierto, pero no todos lo saben. A veces es un libro por otro y a veces no. Lo más común es que no me quede de otra que aceptar dos o tres libros, de entre todos los que me trajeron, como parte de pago. Hoy me trajeron una copia pirata de Confianza de Francis Fukuyama y agradecí a quien me lo trajo mas no lo acepté. No tengo clientela para este libro y, sinceramente, dudo que yo vaya a leerlo, dije. Deberías, respondió. Es un libro que tiene que ver con lo innecesario de la burocracia y cómo es que en Inglaterra no hay tanto papeleo, cosa que no ocurre en Italia, España y en este país, me dijo. Suena interesante, pero no es tema que quiero profundizar por ahora, aunque quizá le interese a alguien más y, si lo deja en consignación, podría exponerlo y cobrarle el 25% de comisión por venta, dije. No, eso de ir y volver para ver qué pasa no me gusta, dijo. Bueno, ya que me hablaba de "Confianza" yo pensé que podría confiármelo y dejarlo, dije sonriendo. Tres o cuatro palabras después se fue . ¿Y yo? Yo me quedé confiando en lo último dicho. Dijo que volverá.

(11 DE MARZO DE 2015
Le comuniqué a un cliente, vía SMS, que conseguí los libros de Hendrik Willem van Loon que él andaba buscando. Minutos después marcó mi número. Recibí una llamada suya. Me pidió que los separe, a los libros de van Loon, pero que sea paciente y espere hasta la próxima semana. Yo le dije que sí, que no hay problema. Y, antes de despedirse, él dijo "¡Meta cumbia!"... No puede ser. He creado un monstruo.

(23 DE ABRIL DE 2015)
En lo que va del 23 de abril he recibido más felicitaciones que el día de mi cumpleaños. Sé que mis amigos no son mis clientes y, por otro lado, tengo cada vez menos amigos (sumo conocidos a diario, eso sí). Son casi cinco años los que pasaron desde que decidí cambiar de oficio. Lo siguiente fue confundir costumbre con pereza, quizá. No sé, entonces, si tenga derecho a reclamar que las ferias del libro (no las ferias de editoriales y librerías) vuelvan. Yo, sinceramente, no saldría con cada convocatoria que me hagan. Llevar, ¡además de libros!, tarima, lona, silla y mesa... No sé, no sé (¿pereza?). Estoy dentro de un anaquel que no llega a los cuatro metros cuadrados de superficie, pero es acá que me siento cómodo. Los impuestos municipales no son altos, la gente deja su email para recibir el catálogo, ¡y expongo los libros que he leído o quisiera leer! (¿costumbre?) ¿De qué serviría exponer mis libros en una plaza si la subalcaldía o la universidad no generan condiciones? Montón de libros están en Internet. Aquel que quiere leer no tiene excusa, no en esta ciudad; ni en esta ni en cualquier otra... Por el día mundial de BookCrossing, anteayer, una vez liberado el lote de libros, dos niños que limpian parabrisas se llevaron dos títulos. Minutos después  pude ver cómo jugaban con uno de los libros y, literalmente, lo hacían pelota. Eso fue poético, más que sus palabras de agradecimiento, más que mi "Deseo que lean" (¿costumbre o pereza?). Pregunto: ¿Leer es acaso acción que depende estrictamente de un objeto llamado Libro? Pago, bien o mal, mas no respondo. Sostengo en manos los libros que ya no están en el librero. Sostengo: (1) El que quiere leer a un escritor en específico puede reemplazarlo por otro que, quién sabe, hasta termina siendo mejor. (2) Todo aquel que quiere una sugerencia me busca o no, y, si no quiere gastar mucho, tiene allí a la mesita de saldos. (3) ¡Al carajo con el día del libro!

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