-La verdad no deseo estar contigo… Disculpa.
-Pero… Ayer no más dijiste quererme.
-Si.
-¿Entonces?
-Si te quiero, pero no como tu quieres.
-Pero, pero…. Podrías llegar a hacerlo.
-Podría ser…
-¿Si?
-Si, pero ahora no. Para formar una pareja es necesario un deseo de ambas partes.
-Claro (con melancolía), si uno de dos no desea el otro se jode.
-No digas eso, podríamos ser amigos.
-¿Y no los somos? (con un enojo explosivo). Perdón (se calma), no se ya ni como reaccionar, he recibido más rechazos de los tolerables en mi vida. Debe ser desesperación lo que estoy sintiendo y no amor perdóname, mejor te dejo, mejor me voy.

Oscar apagó el televisor, necesitaba un tiempo a solas; además su padre había llegado, y a él irrenunciablemente le gustaba mirar los noticieros. Oscar también estaba interesado en la coyuntura del país y la del mundo, regularmente se le despertaba el morbo por mirar canales como Unitel, o leer periódicos como el EXTRA (medios televisivos y escritos de cierto tinte periodístico amarillista). Pero desde el martes 4 de noviembre ya no. Ultimadamente Oscar había cambiado los gustos televisivos paternos por los de su madre. Hace ya casi un mes el único motivo de su apego al televisor eran las novelas, según, para verse identificado en algún personaje sufrido de novela mexicana, ya sea “bueno” o “malo”, de Televisa o TV Azteca. Él había encontrado en José Carlos Andrés (uno de los protagonistas de una telenovela) al ser gemelo, desventurado de sucesos en extremo similares a los suyas. Hace poco más de un mes, el 3 de noviembre Oscar vivió aquel capitulo de novela visto. Un desencuentro tan terrible con el desamor, diferente solamente en el empleo de las palabras usadas.

-La verdad no deseo estar contigo… Disculpa.
-Pero… Ayer en el Atrio nos hemos prendido.
-Si.
-¿Entonces?
-Si nos hemos prendido, pero estaba mareada.
-Pero, pero…. ¿Acaso te he obligado?
-Podría ser…
-¿En serio? No te creo, no estabas tan mareada.
-Tal vez pero un prende solo es eso y para formar una pareja es necesario algo más, un deseo de ambas partes.
-Claro (con melancolía), si uno de los dos no desea el otro se jode.
-No digas eso, podríamos ser amigos.
-¿Y no los somos? (con un enojo explosivo) Perdón (se calma), no se como reaccionar, he sido rechazado muchas veces y lo peor es que creo quererte en serio. Debe ser desesperación lo que estoy sintiendo y no amor, perdóname mejor te dejo, además tengo que ir a realizar un trabajo en grupo.

Oscar se sentía muy mal todavía ese 6 de noviembre, era ya hora de ir a la Universidad. Al llegar le contó todo lo sucedido a su amigo José Luis, pensando que comprendería. Mientras José Luis una vez enterado casi se muere de la risa, luego más serio le recriminó “Cojudo, estás hueveando hermano, tus problemas no son los de las telenovelas. ¿No sabías?, a Mercedes le gustan más las personas mayores. Es más parece que está saliendo con uno de nuestros docentes”. Alborotado Oscar le interrogó ¿Y con quién está saliendo?”. “Creo que es el Licenciado Corrales, ten cuidado no hagas huevadas, por lo que me has contado estás actuando un poco fuera de lo normal” respondió José Luis. Así, sin saber que hacer Oscar se despidió de su amigo para pensar las cosas con más calma.

Después de descender en el ascensor, al salir de la universidad Oscar se encontró con un grupo de amigos en el Atrio, quienes le convencieron de pensar no solo, sino acompañado de “cuates”, y unas cuantas botellas de refresco (que no eran tal). Así el grupo arribó los jardines del Monoblock, cuyo verde le recordó a la blusa vestida aquel día por Mercedes. Oscar comenzó a beber de una manera desenfrenada, solicitando impaciente más bebida. Reconoció la etiqueta de la botella, “Mass” decía, la consonante del nombre de Mercedes, “M”. Bebía, bebía y su cabeza declinaba poco a poco, ya no miraba a la cara a sus amigos, miraba más bien al suelo; de repente sobre el pasto reconoció y leyó con dificultad el nombre del autor de un libro al lado de su mochila, “Arguedas Alcides” volvió a recordar a Mercedes. El estado de ebriedad de Oscar ya molestaba al resto del grupo, se estaba portando intolerable. De repente llegó un policía encargado de la seguridad en la universidad, pidiendo al grupo se retiraran de los jardines, indicándoles cuán antiestética era su presencia para la universidad. Uno de los miembros del grupo conocedor más o menos de sus derechos recriminó en tono de voz alta “esto no es la ESBAPOL o la ANAPOL así que no venga a decirnos usted y su cadenita lo que debemos hacer en nuestra universidad”. El señor de verde, haciendo valer su autoridad con cierto sarcasmo respondió “Claro como usted es la autoridad aquí debo estar a disposición de su merced”. El de verde no debió haber dicho eso, pues el exceso de copas y el problema sentimental con el que lidiaba Oscar hizo que su ni tan esbelta figura se alce en pie, sacando fuerzas para quitarle la cadena al policía de seguridad y acto seguido le estampe un golpe en su rostro, luego dos, luego tres; mientras todos sus amigos escapaban para evitar ser inmiscuidos en tal acto. Llegaron presurosos otros señores de verde a denuncia verbal de otras personas situadas en el jardín, agarraron las manos ensangrentadas de Oscar haciéndole una revisión de cuerpo completo, le quitaron su matrícula y la cadena, fueron a dar parte de lo sucedido a las autoridades universitarias. Oscar cargado de su mochila recuperó parte de su conciencia y noto ser vigilado por dos policías quienes no se movían del lugar, pero no faltó un descuido, permitiendo de esta forma su presuroso escape. Huía a casa mientras su mente influenciada por las copas relacionaba equivocadamente el hecho “A ver si así aprende a no meterse con mi Mercedes ese Lic. Corrales, se merecía esa golpiza, como habrá quedado su cara, jajaja a ver si así ella lo quiere todavía”.

El temor por las acciones que fuesen a acometer en contra de su persona hizo titubear de entrar o no a la universidad al día siguiente a Oscar. Tal era su duda, pues dio un paso sobre las gradas del pórtico, para luego girar y detenerse, retroceder dos pasos, avanzar uno, retroceder diez y entrar de una buena vez vistiendo la ropa más ancha posible y un gorro que cubría buena parte de su rostro. Los funcionarios de seguridad no percataron su presencia. Una vez dentro inesperadamente José Luis se le acerco, le agarro fuerte del brazo y le pregunto en voz baja sobre lo sucedido, recordándole sus recomendaciones, indicándole que era muy probable su expulsión de la universidad, desmintiendo la posibilidad de haber lastimado al Lic. Corrales, sino a un verde.

Pasó casi un mes e increíblemente Oscar no recibió represalias por sus actos, el no supo jamás el porqué. Desde aquel día se propuso volver a tener una vida normal, aprovechar la oportunidad dada por la vida, a pesar de cuan doloroso le era alguna vez ver al Lic. Corrales paseando por las calles con Mercedes. Oscar no podía evitar recordar aquellos momentos melancólico tan suyo y de Mercedes, momentos donde lo increíble pasó; sin importarle cuan bebidos estaban. “Al final el tiempo acostumbra a uno y apacigua a las fieras” razonaba con aire de tristeza Oscar.

Su vida continuaba y el esperaba la llegada de un momento de cambio dentro su guión. Un giro parecido al de la telenovela, pues en el capítulo de esa mañana del 23 de noviembre el personaje con el cual se identificaba; José Carlos Andrés encontró a otra persona, mientras la mujer que lo rechazó ahora volvía hacía él sin esperanza alguna. José Carlos Andrés estaba en mejor posición económica y con una mujer que parecía, en serio lo quería.

La vida continuó y ya no faltaba nada para la llegada del fin de semestre. Aquel 1 de diciembre. Oscar estaba casi seguro de reprobar cuatro de las cinco materias tomadas en la universidad. Dos de ellas dictadas por el Lic. Corrales. Probablemente en algo tuvo que ver el cambio de ritmo de su vida. Ahora, no se perdía un capitulo de la telenovela, jugaba fútbol a diario, trabajaba medio tiempo en una café internet, poseía una membresía en un gimnasio, salía a bailar todos los fines de semana, ya casi no bebía y cuando lo hacía se controlaba; en fin hacía muchas cosas, pero ya no asistía a clases ni agarraba algún libro de las materias dictadas. Según para evitar ver al Lic. Corrales y dejar de pensar en Mercedes. Su actitud permitió el recibir como si nada la reprobación de dos materias a conciencia, pero tal hecho en las otras dos no le cabía en la cabeza. “¿Por qué he reprobado estas dos materias? No puede ser, el Licenciado Corrales debe haberse enterado de lo que yo sentía por Mercedes, no hay otra explicación, además si repruebo el permitirá el avance de ella mientras yo me quedo aún en sus clases; claro así nos aleja, más de lo que ya estamos, así el me tiene a sus manos. Desgraciado, no te saldrás con la tuya”.

Llegó el miércoles 6 de diciembre, día esperado por Oscar para poner en marcha un plan maquinado durante varios días. Ya era casi hora 7:28 a.m. El Licenciado Corrales salía de casa y acostumbraba tomar un café por la Avenida Camacho. Oscar siguió al licenciado, quién caminaba en dirección de la cafetería. Esperaba el momento ideal para ponerse un pasamontañas que guardaba en el bolsillo de su pantalón. El licenciado y Oscar se encontraban en la esquina de la Avenida 16 de julio y la Calle Colombia. Dos coches habían colisionado a media cuadra, la gente curiosa iba a ver lo sucedido y se congestionó el tráfico vehicular. Oscar identificó al momento como preciso, así se puso el pasamontañas, corrió y tiró al suelo al licenciado, cogió su maletín, se puso en pie, volvió a correr con todas sus fuerzas, mientras inesperadamente caía una loza de mármol desprendida del décimo piso de un edificio. Un golpe fue recibido sobre una cabeza, tan fuerte, cuyo efecto fue la desfiguración completa de la cabeza, y un sangrado nunca visto, cuyo producto fue la muerte de un ser el cual quedo irreconocible.

Muy cerca del sitio de lo sucedido, en una caseta de una dulcera daban el capítulo final de la telenovela, un capitulo esperado por Oscar y probablemente visto por él de no haber sucedido lo de la loza. La final de la telenovela mostraba como de alguna manera José Carlos Andrés se casaba con aquella que en algún momento lo había rechazado, pues en realidad ella lo quería y la otra mujer encontrada aquella la cual parecía tener buenas intenciones no estaba con el más que por el deseo de gozar una herencia desconocida por él. La dulcera lloraba en su caseta, mientras su marido al lado ponía en tela de juicio los gustos de su mujer por las novelas mexicanas. “Todas tus novelas son igualitas, acaban igual no más, todo termina bien, cuando en la realidad deberías ver como y donde estamos”.

Llegó el mediodía de este 6 de diciembre y el padre de Oscar prendió el televisor preguntando a su esposa por su hijo. Comenzó a mirar el noticiero de UNITEL, programa siguiente a la novela. El noticiero tenía las imágenes. “Oscar Mollinedo Corrales murió por la caída de una loza sobre su cabeza mientras trataba de asaltar a su primo, quién salía de su casa a tomar un café. El licenciado víctima responde al apellido de Corrales, catedrático de la Universidad Mayor de San Andrés”. El plato de sopa sostenido en brazos del padre cayó al suelo, mientras su esposa acompañante quedaba atónita con lo acaecido entre su hijo y su sobrino lejano, ambos nunca presentados como familiares.

3 comentarios:

  1. ME SAQUE UN POCO DE TIEMPO PARA LEER ESTA NOTA, ME PARECE MUY INTERESANTE, SE SEGURO QUE OSCAR (EL PERSONAJE PRINCIPAL DEL DRAMA), MIRA LaS NOVELAS MEXICANAS AL ESTILO DE CODIGO POSTAL, REBELDE O ERASE UNA VEZ LOLA, POR QUE ESE ARGUMENTO ME PARECE MUY FORANEO A NUESTRA REaLIDAD.
    OTRO ASPECTO QUE QUIERO RESCATAR EN LA VIDA UNIVERSITARIA, ES QUE CUANDO ALGUNOS UNIVERSITARIOS SE HECHAN LOS TRAGOS HASTA LAS PATAS CUESTA RECUPERARSE O EN SU CASO UNO CAMINA POR LA U CON LA CONCIENCIA SUCIA, CON EL PENSAMIENTO ¿QUE HABRE HECHO LA OTRA VEZ? ¡UPS! NO ME RECUERDO. BUENO YO PUEDO SUGERIR HISTORIAS DE ALTEÑOS O PACEÑOS MAS IDENTIFICADOS CON NUESTRA REALIDAD.
    POR EJEMPLO ¿COMO LAS CHOLITAS SON CARGADAS EN LOS BARES DE LA 12 DE OCTUBRE?.
    MI BLOG ES: elaltonoticias.blogspot.com
    EMAIL: medranoprensa@gmail.com
    Saludos:
    ATTE.:
    ALBERTO MEDRANO

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  2. Muchas felicidades amigo. Éxitos en el 2008. Gracias por seguir las locuras de Ciudad Cuetillo y también del Ventarrón.

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  3. Alberto:

    Más que una nota es un cuentito. Agradezco el adejetivo de interesante. Tal vez me equivoque en la redacción o tú en la lectura, pues la trama de la novela vista por Oscar es más bien de una novela cualquiera, eso si mexicana, la cual acontece similarmente en su vida claro que con los ribetes de lugares y lenguajes propios; como tu dices no tan relacionado a cosas ocurrentes en nuestra urbe andina, pero no por eso excluyentes pues la Crónica Roja. Mi ientención tal vez en este caso era la de crear y recrear los sentimientos foráneos importados, los nacionalziados y hasta propios, sentidos por un puber-joven en el caso de sufrir un sentimiento muy cercano al de una obsesión

    Respecto tus sugerencias las agradezco y las tomare muy en cuenta como es debido, más aún debido a como funcionana actualmente los lenocinios y bares de la 12 de octubre, pues la verdad no está de más el realizar notas como tú indicas combinando literatura con noticia.

    Abrazos y los mejores deseos para tus proyectos periodísticos en este 2008.


    Boris:

    Gracias mil por los deseos y seguiremos siendo complices de las bondades y fechor{ias de ambos espacios.

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