Podría ser un día cualquiera, es más, este es un día cualquiera y cualquiera lo estaría viviendo de forma rutinaria. Cualquiera eres tú, cualquiera soy yo, un cualquiera es aquel o aquella a quién tienes resentimiento. ¿Pero porque estoy realizando un vicio de dicción cualquiera? Debe ser pues porque contrariamente no deseo hacer de éste un momento cualquiera. Pero claro esto cualquiera podría hacerlo, así que no hago más que engañarme. Y seguiría engañándome y engañándolos si hiciera referencia a este día mal llamándolo especial. Lo deberían saber, este es un día cualquiera, solo un día del maestro más, un día de cualquier maestro o un cualquier día del maestro.

Lo siento por quienes entren clasificados laboralmente como tales. Ruego no levanten la voz por alusión mis estimados maestros. Ruego no se inquieten por mi atrevimiento. Ya lo saben, siempre existe un aguafiestas con la intención de arruinar todo por cualquier cosita. Y es que para ser sincero como alumno, estudiante, ooo, ooo ¡chango!, utilizando la referencia cariñosa que usan a veces para dirigirse a nosotros, mi intención no es otra aparte de hacerlos sentir especiales, claro, sin por ello idealizarlos, pues considero a veces ello como vulgarmente dicen un lamebolismo directo. Aunque tal vez algún mensaje oculto exista en este cualquier escrito, tal vez una voz de reclamo por no poder festejar como ustedes el día del estudiante, pues para esos brebajes no alcanza, pero lo hacemos, festejamos. Espero ustedes disfruten el día muy a su estilo. Aunque claro, por como estamos actualmente uno no tiene de otra, debe tomar una decisión, o festeja con excesos uno o dos días, o asigna ese su presupuesto a comer de manera más o menos digna.  

Al leer una poesía del profesor Alberto Muñoz Andrade entre en razón del poco reconocimiento asignado al maestro, y no es un engaño el coincidir con lo allí expuesto. El maestro muchas veces termina siendo ignorado, esporádicamente dañado por nuestros gobernantes, por el organismo al que presta sus servicios, podría decirse que incluso a veces recibe un trato no merecido por los sujetos que la dan una razón de ser a su oficio en ejercicio. Esto no es justo. ¿Cómo ha de ser posible esto? ¿Cómo no agradecer al maestro? A quién te ha conducido hasta tu destino, de forma a veces tan tosca y otras tan cordial, al maestrito, ¿Al maestrito? Si, me refiero a nuestros maestros conductores de un rodomotor y a sus ayudantes que son también unos maestros matacambios. ¿Esperaban otra cosa? Disculpen si no es así, pero la verdad me cuesta comprender el como desconocemos a aquellos quienes son culpables de que nuestra cocina se encuentre yuxtapuesta al baño, o de que tengamos bastante yeso caído en el suelo de nuestro cuarto, tampoco se le da el valor a la labor ejercida por los maestros albañiles. Cosa no alejada suscita con quienes nos han enseñado la factibilidad de comprar aún la misma cantidad de panes, pero eso si, ya no poder desayunar con tres marraquetas, los maestros panaderos. En serio es terrible nuestro desconocimiento y nuestra conducta, Patas Arriba, el mundo al revés, como tituló Eduardo Galeano a uno de sus tantos libros que hacen llorar recordando el pasado y el presente sudamericano.

Bueno, al parecer paciencia y tiempo nos falta a todos, entonces pasemos a referirnos al oficio educativo en aulas, al ejercido por los maestros reconocidos en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Aquellos quienes dentro una habitación retransmiten el conocimiento adquirido en el tiempo de vida pasado, y digo pasado por los recuerdos y anécdotas almacenados en todo este tiempo. No concibo la imposibilidad de recuerdo en la mente de los profes: Alumnos ejemplares, ejemplares y ejemplares de alumnos y alumnos no posibles de utilizar como ejemplo.

Sin salir de la definición oficial podría citar también a los maestros del bloqueo y las movilizaciones, aunque al parecer últimamente -para mal de alumnos, perdón algunos- escasean de un tiempo a esta parte.

Sé que este no es momento para pedir favores, pero es que debo referirme a los maestros desde la óptica circunstancial mía. ¿Podrían reconocernos también a nosotros? ¿Podrían recordar de vez en cuando que fueron alumnos? Claro esto no va para todos, sino para algunitos no más. Con el resto no hay problema. Lo que sucede es que a veces considero que toman el oficio en base al estándar retrograda. A veces olvidan nuestro deseo de aprender de todo, es cierto, pero confunden todo y descuidan todo lo verdaderamente útil. Falta de praxis a veces en algunos de los cursos impartidos. Pues para ser franco, he conocido muy buenos y malos docentes, y no, no me refiero a buenitos, porque todo en exceso es malo, sino a docentes idóneos, con experiencia adquirida, o al menos con la intención de adquirir más experiencia de la obtenida hasta hace unos años. El ser un gran maestro, depende como siempre del reconocimiento asignado por los aprendices, por uno mismo, y por las evaluaciones realizadas por la institución en que presta su labor de enseñanza. Hay maestros que por enfocarse solo en uno de estos jueces terminan apagando la llama, esa que aviva una palabra de tan solo siete letras, cuatro consonantes y tres vocales: MAESTRO. El ser un mmmaestro, no es cuestión de fronteras, pues existiría una gran falta de tino el aseverar que no poseemos maestros de calidad en el país. Tal vez esta opinión vertida, con ciertos ribetes de declaración, sea útil, esto sin ánimos de querer enseñar, pues acá los maestros son otros. Son quienes expuse palabras máaas arriba. Si, los maestritos.

Habría mucho por decir es cierto, así como es cierto que serían muchas palabras al aire. Bueno pues, después de esta nueva divagación. No queda más que decir un: ¡FELIZ DÍA DEL MAESTRO! Pero del maestro en la significación diversa que pueda tener esta palabra, el significado popular asignado, el significado socio-laboral establecido, y por que no las exageraciones agauchadas utilizadas incluso dentro nuestras fronteras cuando a un amigo le decimos: ¡Eres un maestro!, pero para cagarla.

FELIZ DÍA DEL MAESTRO. Si, pero a los maestros de escuela y colegio. A los educadores universitarios no, pues ellos son docentes, aunque podrían encajar dentro este día si damos pie a la validez de los sinónimos. Pero claro, habrá quién deseará ser más cerrado en el uso cotidiano de la voz y dirá: “los docentes no son maestros en la extensión de uso de la palabra”.

Pero igual, el tiempo enseña que el mantenerse inmutable en una posición pierde utilidad al pasar de los años. Por ello para no ser catalogado como terco, y por el agradecimiento que merecen los docentes, esto sin importar que se hayan ganado algunos mi cariño u otros mi resentimiento, por el reconocimiento de una labor que será para bien en función a sus actos, deseo no musitar, sino exclamar un: FELIZ DÍA DEL DOCENTE, FELICIDADES. Ahora claro, si no desean disfrutar ustedes de tal día nosotros los estudiantes lo haremos.
La imágene pertenece a crater

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