Mi bella amiga Nercy Bracamonte dejó una pregunta en mi cuenta formspring, una pregunta que me obligó a hacer memoria, a evaluar mi posición actual respecto del por qué no ha llegado el día en que me agarre a golpes con otro tipo por (el amor de) una mujer.
Nunca he sido el mejor de los pugilistas, y si lo fuera viviría bajo la sombra del desaparecido boxeador nicaragüense que en vida llevó el mismo nombre que yo. Pero aún así, como todos, me he visto obligado, ya sea bebido o sobrio, a comunicar mi mensaje con el complicado idioma de los puños. Las palabras también generan hematomas, y, como toda acción genera reacción, no faltan los que prefieren replegar sus dedos y... no, no para calentar por fricción la piel de sus manos.
En su momento, por el hervor de la juventud, salieron de mi boca provocaciones del tipo: "¡Oiga usted, ¿no tiene ojos?, acaba de empujar a la señorita!". "¡¿No la oyó? Deje de molestarla!". Y si aquel entonces, en cuestión de disputas y faldas, no he terminado agarrándome a golpes fue porque:
1. La dama lo ha evitado.
2. El tipo era más inteligente y descartaba la necesidad de llegar a esos extremos.
3. El otro era consciente de mi desventaja a su lado.
Pero eso fue antes de que cumpliese los 22 años. A la fecha, soy de los que han optado por descartar la necesidad de llegar a esos extremos por (el amor de) una mujer. Y tengo mis motivos, motivos que si bien no son ni los peores ni los mejores, ¡carajo, son mis motivos!:
- Agarrarme a golpes con otro por (el amor de) una mujer es alimentar la inseguridad del que no ha sabido aprovechar el intervalo de tiempo al lado de su acompañante.
- Agarrarme a golpes con otro por (el amor de) una mujer es alimentar el ego de aquella que no ha dejado las cosas claras conmigo y que, además, no ha medido las consecuencias de sus actos, de nuestros actos.
- Agarrarme a golpes con otro por (el amor de) una mujer es algo que haría tal vez una o dos veces, siempre y cuando exista de por medio una bella relación de amistad por más de cuatro años.
- Agarrarme a golpes con otro por (el amor de) una mujer no es necesario cuando puedo solicitar a mi acompañante de turno abandonar el ambiente, irnos a otro lugar más cómodo o simplemente respetar su decisión al dejarla allí e irme a casa.
- Agarrarme a golpes con otro por (el amor de) una mujer no es necesario cuando puedo cambiar de mesa e ir a la que está más cerca del baño de mujeres; esto para "facilitar" el encuentro con la dama y, ni bien se presente la oportunidad, encararla para luego huir quién sabe si con gloria.
En su momento recibí llamadas amenazantes del que ahora es el esposo de una (no tan) bella mujer (que me debe ocho libros y) que, en su momento, me me animó a pasar horas y horas con ella. Mi primera reacción a dichas llamadas fue la de colgar el teléfono y dejar vociferando al señor, la segunda: comprender aquella frase de Sabina que dice "Ni yo mato por celos, ni tú mueres por mí".
No, se los repito, ¡no me he agarrado a golpes con otro por (el amor de) una mujer!... Eso sí, me he dejado golpear conscientemente, después de haber abusado de mi suerte, después de haber exhalado un par de suspiros tibios en la oreja de más de una.
pues estás en lo correcto alexis, sin embargo, en las tardecitas de domingo no hay como suspirar por quien dejó de lado la razón por el instinto y los celos, eso si es que hablamos en serio y el man realmente te gusta. hay de todo en la vida...
ResponderEliminarabrazos!!
Lo dicho Pitelia, ando a la espera de ese par de veces en la vida ya sea para robar un suspiro o para que termine frente a mi acompañante como un bruto.
ResponderEliminarNo sabes lo que me alegra el volver a verte paseando entre mis divagaciones con aires de literatura.
Un abrazo :)