Heme aquí, recordando nuestro primer encuentro, aquel día en que agotamos el número de palabras diariamente asignadas; salimos deudores.
Nunca llegué a saber con exactitud porque alguien como yo resultó siéndole atractivo, al parecer usted tampoco. Tal vez por eso, ni bien el mozo trajo la cuenta, usted se fue sin decir palabra alguna, sin decir adiós.

Leí por allí que el amor en un principio no es correspondido. Leí por allí que el amante aspira a convertirse en el amado. Leí por allí que se han escrito muchas tonterías en nombre del amor…

Inevitablemente usted sigue allí, latente, entre mis planes, páginas,  párrafos y oraciones. Amor, vértigo, abandono y negación; una orgía de sentimientos. ¿Empatía? Lo dudo. Y aunque usted tuviese la intención de ponerse en mi lugar, de nada serviría, total, usted no está aquí.
Lo sé, los dedos no me alcanzarían para enumerar los momentos no gratos, las decepciones que le he causado. Soy consciente, he pasado de las palabras a las palabras, en vez de pasar de las palabras a los hechos. Aún así, por favor, déme una oportunidad más. De ser necesario abandono mis libros, mi cuarto, mi oficina, mi presente. ¡De ser necesario voy tras suyo!

…Intentar ser más feliz que el hombre promedio y morir en el intento…

Ando buscándole a este amor la etiqueta de fecha de vencimiento. Un malgasto de energía. Lástima conocer mis límites, lástima saberlo, es usted  uno de ellos.
Ando dándole vueltas a este texto, letras y espacios, la prueba del último nexo entre nosotros; el único justificativo para su aceptación o su rechazo.
Son horas de ocio, horas para bostezar al ver a todos esos seres pasando a través del tiempo; espectadores espectados. En horas de ocio uno hace uso y abuso de la imaginación, convierte amores inocentes en amores fatalistas, está dispuesto a atentar en contra de la única persona a la que nunca podrá estrechar correctamente la mano; se dispone a atentar en contra de uno mismo.

…No me olvides, no me olvides, no me, no…

Podría pasarme el día hablando de usted, pero sería una falta de respeto para conmigo. Podría pasarme el día escribiéndole, pero sería una falta de respeto para con el lector. Sin embargo es tarde ya para rectificarme. Opté por lo segundo, después de hacer lo primero.
Tal vez usted crea que perdido entre el ruido lograré olvidarle. Tal vez usted exija que solo contemple, al no saber hablar su idioma. Tal vez usted quiera robarme algo más que unos segundos. Tal vez usted crea en los amores que matan.
Tal vez el silencio demande algo más que un punto aparte.

Tal vez un Punto Final




Publicado en laletralibre, Año 4, Nº 118, en diciembre de 2011.
 

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