Invitados a la Feria del Libro de Sucre el 2003, participamos con Manfred Kemph Suárez, Edmundo Paz Soldán y yo como peces gordos, asediados por un mundo de lectores y curiosos y con compromisos de amistad. Hospedado en el hostal “Sucre” en las primeras horas de una mañana pasó a buscarme en un vehículo el arquitecto chuquisaqueño Jaime Loayza para que conozca la biblioteca marginal que había montado. Consideré aquel acto como un secuestro. ¡Ver una biblioteca en ayunas es como para hacer odiar las bibliotecas del mundo! El arquitecto a tiempo de disculparse justificó que era la única manera para que conociera la Biblioteca “Salvador Espriu” del Complejo Cultural “José Agustín Goytisolo”. Me sorprendieron estos dos nombres españoles porque eran conocidos míos.
Lentamente se fue despejando el misterio. Durante el gobierno deliberadamente trágico del general Hugo Banzer, dictador de origen alemán cooperado por el capitán nazi Klaus Barbie Altmann, Carnicero de Lyon radicado en Bolivia desde 1951, se había consumado una desaforada represión selectiva con duración de siete años. En nombre del Frente Popular Nacionalista (MNR-FSB y FF.AA.) quemaron libros en la Plaza “14 de Septiembre” de Cochabamba en 1972, Año Internacional del Libro determinado por la UNESCO. Perdí mi biblioteca saqueada primero y después quemada. Cancelaron la Autonomía Universitaria y dejaron de trabajar las universidades del país. Yo cumplía funciones de director de Extensión Cultural de la UMSS. Se intentó cortarle las manos al muralista Walter Solón Romero y murieron en el exilio dos personalidades, el pintor Miguel Alandia Pantoja y el poeta Eliodoro Aillón Terán. En el campo de concentración del cuartel de Viacha murió el Rector de la Universidad Mayor de San Francisco Xavier de Chuquisaca, Walter Alvarado. Por aquel tiempo también el arquitecto Jaime Loayza había sido expulsado del país.
En el exilio de Barcelona Loayza no estuvo con los brazos cruzados, dirigía la Fundación Pachamama y la Casa de Bolivia y proyectó para el futuro de su ciudad natal una ambiciosa biblioteca catalana con todos los adelantos técnicos, llevaría el nombre del destacado intelectual Salvador Espriu dentro del proyecto del Complejo Cultural José Agustín Goytisolo.

LOS TRES DE ORO DE LA CULTURA CATALANA
Años después pasada la pesadilla de la dictadura nacionalista y residiendo yo en Barcelona una buena temporada, el fabuloso amigo Joan Queralt Domenech, me había puesto al tanto de tres de los grandes de la cultura catalana. El escritor clásico y fundacional valenciano Joanot Martorell autor de Tirant lo Blanc, que le hiciera decir a Miguel de Cervantes Saavedra: “Es este el mejor libro del mundo”. Mario Vargas Llosa desde 1969 se ocupó de aquel portentoso libro. Después vendría el poeta Salvador Espriu (1913-1985), autor de La pell de brau (La piel de toro), publicado en 1960 y popularizado por el extraordinario músico Raimon. Tengo aquel libro clásico en edición bilingüe, catalán y español, traducido por José Agustín Goytisolo. Se ha dicho que Espriu recibió la influencia de Ramón del Valle Inclán y Gabriel Miró, oscilando entre lo lírico y lo esperpéntico el escritor cultivó casi todos los géneros literarios. Y la tercera personalidad fue Manuel Vázquez Montalbán (1927), el escritor más leído en España especialmente por su Serie Carballo, autor de un centenar de libros en el que se destaca Yo maté a Kennedy y cuya dilecta amistad fue cortada por su muerte súbita en el aeropuerto de Bangkok. Una muerte similar a la de Guayasamín esperando en el aeropuerto de Nueva York el avión que lo traslade a su país. Y los aviones trasladarían solamente sus restos mortales. La Universidad de Barcelona le tributó su sincero homenaje y asistimos yo con mi esposa Alcira, Joan Queralt y Angelis. En aquella ocasión conocimos al músico Raimon, a la escritora Rosa Regás y al Premio Nobel de Literatura José Saramago.
En lo que se refiere a José Agustín Goytisolo no le conocí personalmente sino a su hermano Juan Goytisolo en la Habana, Cuba, por los años 60, tiempo en el que escribió una serie de tres artículos sobre la realidad cubana, igual que Jean Paul Sartre, que me inspiraron para trabajar en lo mío. Mi punto de vista boliviano sobre la revolución cubana, de acuerdo con los enunciados de la Segunda Declaración de la Habana. Y de esa suerte nació mi crónica de viaje Cuba paloma de vuelo popular. Un escritor boliviano en la Cuba de Fidel Castro. Los Goytisolo constituyen una estirpe de tres hermanos escritores, especialmente novelistas: José Agustín (1928), Juan (1931) y Luis (1935). El año pasado, por el mes de octubre, hallándome en Madrid pude ver a Juan Goytisolo en la recepción del nuevo Académico de la Lengua, Excmo. Don José Manuel Sánchez Ron, que en su discurso de ingreso se ocupó de Elogio del mestizaje. Historia, lenguaje y ciencia. Juan Goytisolo es miembro de la Real Academia Española.

UN APÓSTOL DE LA CULTURA
Se me recompuso el ánimo. Aquella mañana del recuerdo comencé a ver al arquitecto Jaime Loayza con otros ojos, como un pionero excepcional, un creador cultural. Hombre de pensamiento y acción. Un guerrero sin derrota posible. Casado con la catalana Neus Conesa tiene cuatro hijos nacidos en tierra española y de nombres compuestos de catalán y quechua: Berta, Anna-Surumi, Wayra-Pau y Arawi-Andrea. Organizador de la Fundación Pachamama y fundador de la Casa de Bolivia en Catalunya, su labor rebasó la representación diplomática y cultural acreditada en Barcelona y Madrid.
La prensa española no se ha portado indiferente con la labor de Jaime Loayza. El diario El Periódico de Catalunya de abril del 2000, informó: “El periplo le ha convertido en un apóstol de la cultura en Sucre, también le ha desgastado las suelas y la cartera. Doscientas mil obras, ni más ni menos, ha recogido y facturado rumbo a Bolivia para levantar de la nada una biblioteca que honra a sus generosos donantes: la Salvador Espriu. “Todo era de valor, desde una novela desconocida hasta libros de formación”, relata el hombre que también ha forjado a ultramar la fiesta anual del libro”.
El Periódico califica la historia del arquitecto Loayza de una heroicidad tranquila, de una valentía sin decoración ni condecoración. Ha remitido 200.000 ejemplares, que equivale a 92 toneladas de peso, “casi 9 millones de pesetas en transporte marítimo que Loayza ha muñido de su bolsillo. Nadie le ha dado dinero, ni la Generalitat, ni el Ayuntamiento, ni el Gobierno boliviano, ni las ONG. Las instituciones deberían sentirse abochornadas por este desapego.”

PENSAMIENTO Y ESPÍRITU
Cuando aquella mañana del “secuestro” conocí las instalaciones del Complejo Cultural JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO ya todo estaba dispuesto correctamente. Todavía se advertía el olor a pintura de las paredes, estaba luchando contra el tiempo. Los 200.000 libros distribuidos en estantes especializados en todas las ramas del conocimiento. La venganza con creces de los pueblos a los déspotas que queman libros. Se adivinaba la intención ambiciosa del arquitecto. Refulgían sus pequeños ojos chuquisaqueños. El público después de franquear los controles de entrada dispone del libro que desea. Sin ninguna traba bajo el sistema de Estantería Abierta, es decir sin barreras, con el nuevo estilo democrático de difusión cultural.
El 23 de abril del año pasado inauguraron actividades en homenaje a Sant Jordi (San Jorge), Patrón de Catalunya y Día Mundial del Libro, también determinado por la UNESCO. Ya no se trata de una biblioteca de 92 toneladas de peso sino de 105 toneladas. La noche quedó atrás, han dejado las arcaicas instalaciones de la vieja estación ferroviaria llena de duendes que nos han dado los chilenos de 1904 con la complicidad de los políticos y también los mismos en 1999 nos han quitado. Ahora
lo que tiene y puede exhibir victoriosamente la Fundación Pachamama es un moderno edificio construido sobre un área de 5.000 metros cuadrados de superficie. Dependencias en planta alta y planta baja con bastante luz y aire. Un salón de exposiciones de pintura, escultura y dibujo. Un auditorio con capacidad para 300 personas en las que se den conferencias, se realicen simposios y actividades musicales, teatro y cine. Un ambiente excepcional para los niños “La Casa del Cuento”. En el semisótano un taller de trabajos manuales de encuadernación, carpintería, electricidad, mecánica y afines. No se olvidó en ningún momento las enseñanzas del gran precursor Simón Rodríguez, Maestro del Libertador, el abanderado de la Escuela Activa sobre la base del trabajo manual.
El Complejo Cultural de la Fundación Pachamama con gran poder de convocatoria presta servicios a más de 6.000 personas al mes. El nostálgico arquitecto Jaime Loayza esta vez siente saudades por la bendita tierra catalana y exclama íntimamente igual que Don Quijote: “Barcelona, archivo de la cortesía, abrigo de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos, y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza, única.”
En Barcelona Jaime Loayza ha sido calificado de un Loco sensible y nostálgico, el primer eslabón de una larga cadena de constancia y esfuerzo que tiene su finalidad en Sucre, Capital de la República de Bolivia.
Después del edificio del Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia, la Fundación Pachamama constituye la mayor inversión económica realizada en labores que tienden a la difusión cultural y educativa en la bellísima ciudad de Sucre. La Capital del país, la culta Charcas se merecía aquellos homenajes de gratitud de sus hijos.
En la visita que hizo al Complejo Cultural el Presidente de la República Carlos Mesa, advirtió la falta de libros nacionales. Como hombre de la cultura se comprometió a dar el apoyo que precisa el Complejo Cultural para salvar aquella falencia.

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