Dirigiendo nuestra atención sobre el estereotipo lo reforzamos y con ello establecemos un límite del que es cada vez más difícil salir. De Facto es algo más que un grito como: El Alto d̶e̶ ̶a pie nunca de rodillas (con nuestros transportistas no queda de otra que ir a pie). También es pollo frito en cada barrio hasta altas horas de la noche, alguien orinando en las paredes, volanteros que visten terno, pasarelas que tiemblan, oficinas de menos de tres metros cuadrados situadas en edificios construidos a medias, hileras de casetas que amenazan con no acabarse nunca, dulce de nuez, gorras de béisbol, gente caminando con paso apresurado y empujando a los demás, es una feria en cada barrio y canchas de fútbol enmalladas en las que los niños ya no juegan, son fábricas y galpones a los que llegan señores con más de sesenta años en bicicleta, espacios públicos tomados por la noche por comerciantes y comideras que comen en Patios de comida, es una No Terminal de Buses, un No Paseo Cultural Peatonal, una Sociedad de No Escritores de El Alto, un nevado al que pocos de su habitantes han ascendido, el taller familiar y los hijos que no llegan a casa hasta altas horas de la noche, es el smartphone manipulado por alguien que viste la misma ropa de ayer, la chola que ya no usa sombrero Borsalino, el abuelo que no entiende a su hijo y entiende menos a su nieto, el colegio al que mandamos a los hijos en primaria, la universidad a la que nadie quiere entrar y los institutos ilegales a los que ingresamos todos, son los perros durmiendo fuera de casa y los que ladran al ladrón que está por ingresar a una vivienda, los loteadores que suponen que los únicos que pueden tener un terreno son ellos, los dirigentes sindicales y dirigentes de federaciones o juntas vecinales que hacen uso y abuso de poder, los salones de fiesta dentro de un cholet pagado con dinero falsificado o no. Hay algo de cierto en eso de la autogestión y lo que ha conseguido De Facto por ingenio e iniciativa de sus habitantes antes que por obra de la administración pública (y es que "a los alteños nada se nos ha regalado", cierto es que hemos tenido que arrebatarlo todo), hay también algo de verdad en lo siguiente: Los alcaldes que hemos tenido nos han dejado gestiones olvidables. Ni propuestas ni gestiones ni jingles aplaudibles. De Facto sigue siendo no más el patio trasero de sus candidatas(os) a la alcaldía, algo así como el inconsciente de Elepé, cuyos habitantes suben a De Facto los jueves o domingos; suben en teleférico a trabajar por mandato de algún organismo internacional u organismo no gubernamental; suben para tomar un avión; suben, cual habitante promedio en De Facto, de madrugada o por la noche para visitar prostíbulos en busca de la hija de alguien más. De Facto es lo anterior dicho y es alguien escribiendo este párrafo, maldiciendo, molesto consigo mismo y su generación más que con los habitantes de la ciudad a la que, cambiándole de nombre, llama suya.

0 Comentarios:

Publicar un comentario