La ropa que utilizaba para dormir aún la tenía puesta. Necesitaba una muda, un cambio de ropa urgente. Estaba atrasado

Una vez dentro el vehículo se sentía preocupado, con la mirada en el reloj durante un tiempo, para que luego su atención se pierda. Ahora estaba pensando en lo que acontecido dentro el país, sus familiares, el poco tiempo que ultimadamente le daba a su enamorada, deudas, gente que no lo quería a la cual tenía que ver todos los días, el chaqui –ahora sabemos por que estaba atrasado-, el cielo nublado, Busch, Chávez. Un mal día, un día no menos común, comúno de los otros se decía en silencio a sí mismo -sonrío-. Su sonrisa lo llevó involuntariamente a cambiar de actitud, a ser positivo, a pensar en tiempos de cambio mientras bajaba del coche al llegar a su destino.

-Mi cambio joven, mi cambio…

Tarde, jamás recibió el cambio, su tan ansiado cambio. El coche había arrancado de manera inmediata una vez cerrada la puerta. El dinero para el almuerzo perdido. Ironías de la vida pensar en un cambio para olvidarse de otro.

-La puta madre, ojala le den un billete falso a ese ayuco de mierda.

Emputado sufrió otro cambio, un nuevo cambio de actitud, otra vez a pasar un día de miércoles. Si, era miércoles. Los avatares de la vida nada más, pensar en el cambio sin cambio, un día de miércoles el miércoles. A él no le causó gracia. Comenzó con la labor diaria revisaba su agenda estaba casi copada sin espacios.

- No importa ya ese dinero, al final me olvidé nuevamente de todo el trabajo acumulado que tengo. Al final de cuentas ni siquiera hubiese podido almorzar.

Otro cambio en sus planes, a pesar de que éste era involuntario, pues simplemente era una negación de la realidad, una mentira a sí mismo un cambio fingido, hipócrita.

-Por fin terminó este maldito día.

Su jornada obligada y poco agraciada había concluido y retornó a casa. Vivía una vida de cambios, que dejaron de ser cambios, siempre hacía casi lo mismo, con excepción de ya no soñar con los ojos abiertos de esperanza en el cambio, pues no debía olvidar y exigir su cambio, para que nunca más le vuelva a suceder lo que una vez le hizo cierto serrucho.

Cambios un poco más importantes hubieron al transcurrir los años, terminó con su enamorada, se consiguió otra. En el trabajo habían sido relativamente benevolentes con él, ganaba un poco más. Se casó tuvo hijos. Su mujer con el tiempo también cambió, ella tenía ya otro carácter y otro físico, sus hijos de igual manera cambiaron naturalmente con la sustitución de los almanaques. Su cuerpo cambió, él envejeció.

De repente un recuerdo se le vino a la mente al cruzar en las calles. Aquel día de deseo de cambio sin cambio. Había vivido una vida de cambios (Dinero fraccionario de billetes o monedas de mayor valor) sin cambio. ¿Por qué?, si en realidad acontecieron muchos cambios. La verdad pero es que nunca aconteció el otro cambio que alguna vez anheló. Realizó cambios tan minúsculos como el de su estado civil, los cuales requerían de acciones, de actos. Tal vez por ello el cambio, ese cambio que en algún momento todos anhelamos para bien de todos, requería de actos. Él en cambio ya en el ocaso de la vida recordó y sintió frustración al haber dejado acontecer su vida de tan minúsculos cambios y no haber hecho nada para que sucediese un cambio serio, un verdadero cambio.

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